Un amor que desafía el riesgo: la travesía de un corazón tonto en busca de la verdadera felicidad
Ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que me sentí tonto, pero precisamente eso es el amor. Sabes que en algún momento puedes quedar como un estúpido y perderlo todo, incluso arriesgando mucho, pero aun así decides continuar; es como si me hiciera daño, pero la quiero.
Cada vez que la veo, mi corazón comienza a latir a mil por hora y siento mariposas en el estómago que me revuelven por completo. A veces me pregunto si este amor que siento por ella es una locura, pero al ver su sonrisa picará y cómo sus ojos brillan al verme pasmado, sé que este sentimiento es real y verdadero.
Aunque a veces me siento vulnerable y expuesto ante ella, continúo adelante, sabiendo que es mejor arriesgarme y perder, que nunca haber amado en absoluto. Alinearme con ella es como caminar por un campo minado, sin saber cuándo algo explotará, pero aun así insisto queriendo tener una alta probabilidad de éxito.
En el amor no hay garantías ni certezas, solo las emociones más puras que pueden hacerte sentir vivo. Y aunque puedo sentirme como un tonto en algunos momentos, también sé que podré vivir la experiencia más maravillosa que la vida tiene para ofrecer.
“La vida oscila, pues, como un péndulo entre el sufrimiento y el tedio”. –Schopenhauer
Y si… probablemente voy muy de prisa, siempre me ha pasado que voy de adelantado con altas expectativas y grandes probabilidades de decepción, aunque siempre pienso internamente “esta vez será diferente” y sinceramente espero que esta vez lo sea. Por lo menos, ya llevo pocos días saliendo con esta chica que me ha tenido delirando durante estos días y quiero suponer que voy por la línea correcta, aunque en ocasiones es un poco llevada a su parecer.
Tal cual, me pasa cómo a Spinoza, quién tenía una idea que se ubica en medio de las afirmaciones pasadas;
El hombre ama porque le causa una alegría, pero dicha alegría viene de un estímulo exterior que lo hace querer más del otro que de uno mismo. Así, el deseo y la pasión con la que ejercemos el derecho de amar sigue siendo un estímulo social, una forma de adaptación con nuestro entorno y nuestros iguales, que nos hace actuar de manera que tal vez nosotros no reconozcamos.
Y creo que les debo un contexto en relación con esta historia, siendo breve: había una chica en el trabajo que desde que la vi por primera vez, reflexioné “ese es el E2E que requiero en mi chat” y me enamoré por completo. El amor a primera vista lo confirmó, su delicadeza y sencillez hecha mujer. Esto generó una gran calidad de persona y además su rostro portaba un perfil atractivo. El caso es que no sabía cómo comenzar a hablarle, por lo que empecé a enviarle dulces con sus compañeros hasta que nos cruzamos por «casualidad» en los pasillos. Logramos hablar brevemente, aunque ella parecía seria. Tanto así que decidí dejar ese plan de conquista a un lado y aceptar la derrota (incluso hice una encuesta en Mastodon al respecto) hasta que indirectamente un compañero pidió su número y le comentó que yo estaba por rendirme, a lo que ella accedió. Y el resto, como se dice, es historia.
Bueno, de momento vamos, planeando una gran cita y ver que ocurre ¿a qué el rey del fatalismo no puede ser feliz? Difícil de creer.
- “El amor es la más fuerte de las pasiones, porque ataca al mismo tiempo la cabeza, el corazón y los sentidos”. – Lao-Tsé
- “El amor no tiene causa externa. Es una movilización interna que nos mueve a vivir, a crecer, a compartir. Es un impulso vital que no está condicionado por ninguna necesidad, interés o requisito”. – Erich Fromm
- “Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad”. – Gottfried Wilhelm Leibniz
- “La única verdad es el amor. Todo lo demás son ilusiones”. – Herman Hesse
- “El amor es una creación continua que nace en el corazón de las personas sin ninguna garantía o promesa”. – Jean-Paul Sartre
- “El amor es una enfermedad mental aguda e intensa, que puede curar cualquier otra enfermedad mental incurable”. – Platón.