Seguramente lo que voy a escribir a continuación no sea una sorpresa para aquellos que ya han probado aplicaciones de citas o, en el mejor de los casos, para aquellos afortunados que nunca las han necesitado. De hecho, la mejor opción para tener una buena cita es no hacerlo a través de una aplicación. ¿Qué puede salir mal? No mucho, en principio, si solo consigues un match.

Por cuestiones de la vida, siempre fui el “bicho raro”, el chico que jamás se juntaba con nadie y tenía dificultades para relacionarse con las personas de su entorno. A medida que fui creciendo, intenté abrirme más y más, pero no vi resultados satisfactorios. Fue entonces cuando entendí que mi comportamiento era propio de una persona asocial, que mi personalidad era introvertida y que tenía que trabajar mucho para cambiar eso. En fin, la cuestión es que en su momento me lancé de lleno a las aplicaciones de citas tratando de conseguir algo interesante que pudiera surgir, pero no fue así.

Las aplicaciones de citas prometen facilitar el encuentro entre personas que buscan lo mismo: amor, sexo, amistad o lo que sea. Sin embargo, la realidad es muy diferente. La mayoría de las veces, estas aplicaciones se convierten en una fuente de frustración, decepción y estrés. ¿Por qué? Por varias razones y cuestionando el algoritmo:

  • La primera es que las aplicaciones de citas se basan en un sistema de algoritmos que supuestamente te muestran a las personas más compatibles contigo según tus preferencias, gustos e intereses. Pero estos algoritmos no son infalibles ni transparentes. A menudo, te muestran perfiles que no tienen nada que ver con lo que buscas o que simplemente no existen. También pueden manipular tu percepción de la oferta y la demanda, haciéndote creer que hay más o menos opciones de las que hay en realidad.

  • La segunda es que las aplicaciones de citas fomentan una actitud superficial y consumista hacia las personas. Te hacen juzgar a los demás por su apariencia física, su edad, su profesión o su ubicación, sin tener en cuenta otros aspectos más importantes como su personalidad, sus valores o sus sentimientos. Te hacen deslizar el dedo a la derecha o a la izquierda sin pensar en las consecuencias de tus acciones. Te hacen tratar a los demás como objetos desechables, sin respeto ni empatía.

  • La tercera es que las aplicaciones de citas generan una falsa ilusión de conexión y de intimidad. Te hacen pensar que estás hablando con alguien que te entiende y te quiere, cuando en realidad solo estás intercambiando mensajes vacíos y superficiales. Te hacen confiar en alguien que no conoces y que puede mentirte o engañarte. Te hacen esperar algo que quizás nunca llegue o que no sea lo que esperabas.

En sí, lo que más me aterra es su modelo de negocio de estas apps, que se basa en cobrar por servicios adicionales o premium que supuestamente mejoran las posibilidades de encontrar pareja, pero que en realidad solo benefician a las empresas.

Algunas estadísticas sobre el uso de las apps de citas en América Latina y en el mundo  Por ejemplo, según Statista, el número de usuarios de servicios de citas online en México es de 9,4 millones en 2022, y según El País, el confinamiento incrementó el intercambio de mensajes y la duración de las conversaciones en las apps de citas. Son cifras bestiales y más cuando hay usuarios que invierten más de 20 horas por semana para concretar una cita, pero solo los que tienen suerte: el 49% de las personas que envían un mensaje a un match nunca reciben respuesta y sólo 1 de cada 500 match intercambian números de teléfono. Según la socióloga Holly Michelle Wood.

Resumidamente: en mi experiencia todo esto ha sido decepcionante, aunque sí que he tenido algunas citas de ese 1% de matchs, aunque siempre son citas demasiado malas, creó que era más por presión o por aceptar que el algoritmo finalmente había dado en el blanco, pero no… en este caso mi postura es definitiva: NO más apps de citas ¿Y tú que experiencia has tenido? Los leo.